Conciencia y Materia

 

 

La materia y la conciencia son lo mismo

 

Si existe un invento que implique que cada parte contiene al resto de la figura, ese es el holograma. Se trata de una figura tridimensional que tiene la particularidad de que cortemos por donde cortemos, o si tomamos un pequeño fragmento del mismo, esa nueva imagen contiene la totalidad de la figura mayor.

 

David Bohm* tomó el concepto del holograma como base de su idea de que el universo es en realidad un gigantesco holograma en constante movimiento en el que nada se destruye, porque la esencia de la materia, las partículas subatómicas, está constantemente disolviéndose en el orden implícito y volviendo a cristalizar nuevamente, en un fluir que nunca se detiene ni tiene fin.

 

No puede extrañar que Bohm considerara que ni la conciencia ni la materia son aspectos separados de la realidad, sino que son lo mismo. En su obra ‘Science, Order and Creativity’ escribió:

 “la conciencia pertenece mucho más al orden implicado que la materia”… Pero en un nivel más profundo (la materia y la conciencia) son inseparables y se hallan entretejidos…”

 

John Wheeler, uno de los físicos teóricos más influyentes de las últimas décadas, hace tiempo que descubrió las enormes y trascendentes implicaciones que suponen muchos de los hallazgos en el campo de la física cuántica. Y esas implicaciones siempre apuntan al mismo centro: a la conciencia de las entidades vivientes. En un artículo en la revista ‘The Intellectual Digest’ escribió:

 

“Ninguna teoría de la física que se ocupe sólo de la física explicará nunca la física. Yo creo que al mismo tiempo que intentamos entender al universo, estamos intentando entender al ser humano. Actualmente me parece que estamos comenzando a sospechar que el ser humano no es una insignificante pieza sin apenas importancia en el funcionamiento de la gran máquina, sino más bien hay un vínculo mucho más íntimo entre el ser humano y el universo de lo que habíamos sospechado hasta ahora. Sólo cuando reconozcamos ese vínculo podremos hacer progresos en  algunos de los asuntos más difíciles a los que nos enfrentamos. Nadie que piense sobre ello desde este punto de vista puede evitar preguntarse si las partículas y sus propiedades no se hallan, de algún modo, relacionadas para hacer que el ser humano sea posible. El ser humano es el comienzo del análisis; el ser humano es el término del análisis, pues el mundo físico se halla ligado en algún sentido profundo al ser humano.”

 

Wheeler es de los que defienden que el  solo hecho de que una serie de conciencias observen la realidad y el universo crea esa misma realidad y el cosmos. Por eso se muestra convencido de que la existencia de conciencias, seres vivos con conciencia de sí mismos, es la clave de la comprensión de todo lo demás.

 

Idéntica teses defiende el tantra Guhyasamaja, tradición principal en el seno del budismo ‘Vajrayana’: “en el nivel más elemental no existe distinción entre la mente y la materia, porque en su forma más sutil la materia es ‘prana’, una energía vital inseparable de la conciencia.”

 

Como consecuencia de esa indivisibilidad de la conciencia y de la energía, existe una profunda relación entre nosotros y el mundo natural que  nos rodea: esa conexión sutil es perceptible por individuos que han alcanzado cierto nivel de realización espiritual o que poseen de forma natural un grado más elevado de percepción… De hecho, según el pensamiento budista ‘Vajrayana’ nuestros cuerpos son imágenes en miniatura del gran cosmos macroscópico.

 

 

El físico Amit Goswami, profesor de Ciencia Teórica de la Universidad de Oregón, apunta que los numerosos experimentos que prueban  la no localidad de la conciencia sugieren una idea mucho más interesante, que conecta directamente con esa Inteligencia Universal o Dios. Goswami nos comenta:

 

“No es tanto que las conciencias de dos individuos que realizan un ejercicio de transferencia de potencial eléctrico (telepatía) entren en contacto, sino que en realidad forman parte de la misma conciencia. Si dos personas están conectadas no localmente, puedes tener la seguridad de que son parte de una unidad. Dicho de otro modo, esa conciencia unitaria o universal es en sí misma la no localidad, la conciencia a la que todos estamos conectados y pertenecemos. Por tanto, existe una conciencia que engloba a todas las conciencias de los seres vivos. Esta es la auténtica unidad por debajo de nuestra diversidad. En realidad, la conciencia es sólo una, pero cuando se manifiesta en un cerebro condicionado por la memoria, la experiencia pasa a ser algo individual.”

 

Para Goswami, “Dios es esa unidad de conciencia. La representación de esa conciencia universal dentro de cada uno de nosotros es lo que denomino ‘yo cuántico’, en realidad nuestro sentido de existencia, individualidad y libre albedrío, el reflejo de esa conciencia universal o Dios en cada uno de los seres conscientes de la creación.”

 

Cada vez son más los astrofísicos que defienden que cambiamos el universo sólo con observarlo, porque colapsamos la función de onda de la realidad ajustándola a lo que creemos que debería ser esa realidad conforme a nuestras experiencias previas. No se trata de una discusión intrascendente; al contrario, es de las más profundas, porque eso supondría que si aplicamos una intención al  proceso de observación del mundo que nos rodea, podremos llegar a transformarlo de algún modo.

 

Bohm, Wheeler, Goswami y otros físicos están convencidos de que la conciencia y la materia son un todo, no dos elementos separados. Si esto es así, debería de haber una conciencia global, que el eminente psicólogo Carl Gustave Jung denominaba ‘inconsciente colectivo’ y el filósofo Teilhard de Chardin ‘noosfera’, la cual no sería únicamente la suma de todos los habitantes del planeta, sino que, hasta cierto punto, tendría sustancia independiente de cada uno de los individuos que la forman.

 

Desde este punto de vista, todos formaríamos parte de dicha conciencia global, de la cual también podríamos extraer información, como si de un archivo se tratase, a través de ciertas prácticas generadoras de estados alterados de conciencia, como la meditación y otras tantas.

 

 

Extractos del libro Dios Existe, de Miguel Pedrero
*eminente físico estadounidense
 
 
 
 

Conciencia y enegía

 

Date cuenta, nuestro cuerpo no está preparado para obtener sus nutrientes del reino mineral, pues no podrá asimilarlos y los expulsará sin aprovecharse de ellos. Existe el reino vegetal, que es el gran alquimista, y es a través del reino vegetal como estaba previsto que nos alimentásemos, no del reino mineral ni del reino animal. El alimentarnos de animales fue una trampa por parte de quienes nos las tienden en la que caímos, descendiendo así en conciencia y ligándonos más a este mundo de bajo nivel de conciencia en el que nos manifestamos.

 

Por mucho que molamos arena hasta convertirlo en fino polvo apenas nuestro cuerpo podrá aprovecharse del silicio de la arena tras comer este polvo; sin embargo si tomamos silicio orgánico, como el que abunda en la planta denominada ‘cola de caballo’, entonces ese silicio será una primicia para nuestro organismo. Tampoco nos sirven los carbonatos que llevan consigo las aguas de nuestros manantiales, los cuales tan solo consiguen manchar nuestro interior y dar trabajo a nuestros riñones.

 

De los animales, ni tan siquiera la leche es un alimento de gran utilidad para un adulto y para un bebé tan solo sirve la leche de alguien de su misma especie, pues está optimizada cada leche para el animal del que se trate.

 

Todo sigue su curso natural: el reino vegetal se alimenta del reino mineral y a su vez nosotros nos alimentamos de los nutrientes que el reino vegetal ha elaborado; los vegetales son los grandes alquimistas, tal como expresé anteriormente. Los vegetales son expertos en transmutación, pues son capaces incluso de convertir unos átomos en otros.

 

Piensa en esto: al campo en el que crecen los manzanos nadie le puso cianuro ni es que el campo ya lo tenía antes de poner los manzanos; cada árbol es capaz de dar muchos kilos de manzanas año tras año y cada manzana es capaz de producir muchas pepitas, cada una con su pequeña porción de cianuro; cada árbol hizo de alquimista. Del reino vegetal nos aprovechamos incluso de un tipo de energía que la pudiéramos llamar energía de vida, pues es algo que aprovechamos cuando tomamos los vegetales vivos; esta es una energía capaz de prolongarnos la vida.

 

Pero los reinos siguen subiendo de nivel, y, a su vez, alguien se alimenta de nosotros, de nuestra energía; ese alguien pertenece a la siguiente dimensión, una dimensión que tan solo algunos son capaces de percibir. Nos liberamos de esta cadena alimenticia elevando nuestro nivel en lo espiritual, pues entonces nuestro nivel de conciencia será suficiente como para alimentarnos tan solo de la Fuente; entonces ya no necesitaremos robar energía a nadie, pues la Fuente y cada uno de nosotros somos UNO.

 

Date cuenta: es el nivel de conciencia en su evolución de bajo nivel a alto nivel el que necesita de esta cadena, la cual ya no existirá cuando nuestro nivel de conciencia se eleve al máximo exponente.

 

El Libertario