La élite contra la magia

 
Antes, la magia era viva.
 Al sumergirse en el pensamiento lineal y borrar el significado cíclico de la existencia, la magia ha desaparecido. 
 

Desapareció cuando se quemaron las brujas. Ellas eran las últimas personas valientes que seguían su tradición. Hablar de brujas puede causar estragos. Existen tantas versiones de las historias sobre brujas como existen versiones de la verdad. Muchas así llamadas brujas eran en realidad aquellas personas que desafiaban la máxima tiranía de la mente titulada verdad religiosa. Ellas todavía hablaban con la Tierra al igual que los antiguos paganos y conocían las hierbas medicinales. Utilizaban remedios naturales para curar y sabían cómo vivir en la época de la oscuridad. Tuvieron el atrevimiento de llegar hasta el éter, penetrar en el reino de los espíritus y comunicarse con ellos. Se decía que eran `compañeras del Demonio´ y por eso fueron echadas de sus casas y sus pueblos y se las quemaba públicamente.

 
 Un gran temor se extendió por todo el país ya que la Inquisición disponía de muchos métodos de tortura.
 
 Pero a pesar de todo, cada época siempre ha tenido sus apóstatas, gente que sabe cómo mezclarse calladamente, seguir el juego y comprender que en cada momento de la vida existe una posibilidad de elegir. Uno puede caminar por el sendero bajo, por el medio o por el elevado.
 

 La calidad del amor o miedo con la que impregnáis cada momento es la que determina por cuál de los senderos viajaréis. Incluso en las épocas más oscuras, los que comprendían la frecuencia del amor sabían cómo ocultarse y gracias a ellos los misterios de la vida cíclica han sobrevivido.

 

Las Pleyadianas Familia de Luz

 

La élite procedió a dar muerte a la magia para, a través del oscurantismo, mantenernos al margen de toda sospecha de nuestra condición de seres divinos, pues en caso de habernos dado cuenta de que formamos parte del Único Ser que existe, pudiéramos habernos elevado por encima de quienes eligieron mantenerse alejados del Amor
 
El Libertario
 
 
 

A medida que el poder de la religión empezó a disminuir, comenzó a crearse otra cárcel mental, a la que llamamos con bastante valentía “ciencia”. No me refiero a la ciencia real, sino a la ciencia oficial, la que proclama que este mundo es todo lo que existe y que la vida no continúa después de la “muerte”. La Hermandad tuvo que encontrar una alternativa para aquellos que rechazaban la religión a fin de garantizar que no descubrieran que somos consciencias multidimensionales e infinitas que se encarnan en un cuerpo físico durante un periodo de intensas experiencias en el camino de la evolución, y que no “morimos” porque no podemos morir. La energía es consciencia y la energía no puede destruirse, sólo transformarse en otra expresión de sí misma. 
Cuando uno se da cuenta de que no es su cuerpo físico, sino la infinita y eterna consciencia que le da vida a ese cuerpo, su visión de sí mismo y su potencial se extiende de forma inconmensurable. ¡Qué pesadilla para aquellos que desean ejercer el control!

 

El Mayor Secreto – David Icke