El Efecto Lazaro

 

El Efecto Lázaro supone el que las especies existentes reorganizan su ADN dependiendo de influencias energéticas, que en muchas ocasiones provienen del cósmos.

 
Tras algún cataclismo en un planeta en el que desaparezcan la gran  mayoría de las especies, estas resurgen dependiendo de las nuevas condiciones energéticas, y en ocasiones reaparecen especies extinguidas.
Así pudiéramos explicar el hecho de que durante casi todo el periodo Cretácico existió una carencia casi total de fósiles de insectos pero al final de este periodo reencontramos los fósiles de insectos en toda su plenitud junto a un incremento de las plantas con flor. 
Así pues todo parece indicar que existen épocas en las que las condiciones hacen que el material genético nos retorne códigos perdidos.
 

Todo apunta a que la evolución está impulsada por la energía.

 
El Censo Internacional de Vida Marina recopiló gran cantidad de datos sobre especies marinas del pasado y del presente; así se descubrió que existen al menos 235 especies idénticas en el Polo Norte y en el Polo Sur que no se dan en ninguna otra parte de la Tierra. Entre ellas se encuentran caracoles de mar, ballenas, gusanos y crustáceos. No es posible que estas especies hayan sido transportadas de un polo al otro; no existen rutas de navegación que pasen por los dos polos y estas criaturas no podrían soportar un viaje por aguas calientes.
 

El científico coreano Dzang Kangeng publicó en 1993 un descubrimiento notable que muestra cómo puede suceder esto. Kangeng halló que podía transferir el código genético de una especie a otra sin más medio que una onda de energía. 

Kangeng puso un pato en un recipiente de cinco lados en forma de pentágono y lo cubrió con una tapa de forma abovedada y reflectante como un espejo. En cada uno de los lados del recipiente había un orificio en el que se había montado  un embudo y cada embudo estaba conectado  por un tubo a un cuarto contiguo en el que había una gallina ponedora. Durante cinco días  se sometió al pato a descargas de un generador electrostático de alta frecuencia. Cuando la gallina puso sus huevos, de estos no nacieron pollitos de gallina, sino híbridos mitad pato y mitad pollo; tenían los rasgos típicos de un pato: pico plano, cuello más largo y órganos internos mayores, tales como el corazón el hígado, el estómago y el tubo digestivo. Al cabo de un año las aves híbridas pesaban un 70% más que un pollo normal.
 Se repitió el experimento con un total de 500 huevos de los que llegaron a nacer 480 crías; de ellas, un 80% tenía la cabeza plana como los patos; un 90% tenía los ojos desplazados hacia una posición más propia de un pato que de un pollo y a un 25% les salieron membranas interdigitales. Estos híbridos eran capaces de criar entre sí y los descendientes seguían siendo híbridos en vez de volver a ser patos o pollos.
 

Pier Luigi Ighina

desarrolló un dispositivo que captaba la energía que se transmitía entre la Tierra y el Sol y con él lograba rejuvenecer células enfermas. 
Descubrió que los átomos no oscilan, sino que vibran. 
El científico descubrió que si conseguía cambiar el estado vibratorio de un grupo de partículas, podía transformarse el material en sí. 
Así Ighina, en cierta ocasión, montó su 'oscilador de campo' ante un albaricoquero y a continuación fue alterando la vibración atómica de este gradualmente hasta pasar a ser la de un manzano; al cabo de 16 días, se comprobó que los albaricoques habían mutado casi por completo hasta convertirse en manzanas. 
También experimentó con  animales; estudiando la vibración correspondiente a un hueso sano de conejo, excitó los átomos de los pies rotos de otro conejo hasta que estos se curaron en un tiempo récord. 
Ighina se dió cuenta de que este método servía también para la curación de células enfermas, alterando el índice vibratorio de estas, incluyendo células cancerosas.
 

Peter Garaiev

Las investigaciones del doctor Peter Garaiev demostraron que es posible transformar completamente a una especie en otra. Este doctor hizo pasar un láser verde no quemador a través de huevos de salamandra y redirigió el rayo de luz sobre un huevo de rana; los huevos de rana se transformaron por completo y de ellos nacieron salamandras; estas hacían vida normal y podían aparearse con otras salamandras produciendo crías sanas.
 

El Efecto Lázaro muestra cómo pueden reaparecer espontáneamente especies después de haber estado extinguidas durante millones de años.

 
Así pudiéramos explicar el caso del gontoferio, un elefante con la trompa y los colmillos que apuntan directamente hacia adelante y unos dientes que salen de la mandíbula inferior, que se extinguió hace 1788 millones de años, pero que pudo reaparecer haciendo posible el que se le encontrara entre la cultura de los Clovis*, antiguos pobladores de América del Norte (dinosaurios conviviendo con hombres)
 
 
 
Basado en el libro El Campo Fuente de David Wilcock
*de hace aproximadamente unos 13000 años
 
 Gontoferio
 
 
 

 

Se han llevado a cabo regularmente investigaciones sobre una mosca de frutas conocida como Drosófila. Se le alteró el ADN para que no se le formaran los ojos; era una mosca mutante sin ojos. Sin importar cuánto habían interferido con el ADN de la Drosófila, después de cinco generaciones los ojos volvían a reproducirse.

 

Hay una planta que fue usada en estudios de laboratorio por 25 años, interfirieron con la planta pero a pesar de toda la interferencia que hubo con su ADN para hacerla que mutara, el 25% de las plantas arreglaron su ADN. Esto quiere decir que la idea esa de semillas terminales y cosechas genéticamente modificadas no se hará una realidad nunca, porque la naturaleza puede re-organizarse a sí misma y arreglar errores de ADN.

 

Pero con Dan Burish las cosas van más allá; Él habla de su proyecto Lotus con un cristal de silicio, básicamente como un cuarzo, que se pone en agua destilada purificada y se enciende la cosa con una autoclave; no hay posibilidad de contaminarla. ¡Se le da un pequeño shock eléctrico e inmediatamente comienzan a crecer cosas en el agua! Bien, eso se ha estado haciendo desde el siglo pasado, el siglo XIX.

 

Sir William Crookes fue uno de los que hizo eso. Tomó una roca volcánica, la electrificó, le puso unas gotas de agua encima y crecieron unos pequeños ácaros en la oscuridad; les crecieron patas, se soltaron y se pusieron en movimiento.

 

Hay otros investigadores, la mayoría del equipo de Reich, Wilhelm Reich con lo del orgone… Wright lo demostró una y otra vez en sus laboratorios. Sus investigaciones no han sido criticadas, él los llama biones - corpúsculos de energía que forman seres vivientes. Pero a partir de entonces se ha estado haciendo bajo extremadamente poderosas regulaciones de laboratorio.

 

Aún más, el Dr. Francis Crick, uno de los co-descubridores de la molécula ADN, demostró que el 99% del polvo de la galaxia, cuando lo vemos desde donde estamos al centro de la misma, tiene toda la identidad espectro-gráfica, todas las ondas de luz que se espera ver en una bacteria viva.

 

Por lo tanto, es mucho más que panspermia, la idea de que la vida fue iniciada en la Tierra. La vida es el campo, la energía que nos rodea, que subyace en la materia. No es energía electromagnética, hay una energía más especializada llamada campos de torsión.

 

David Wilcock
 
 
 
 
 

LA MATRIZ DIVINA

 

Experimento I

Poponin y Garaiev diseñaron un experimento para comprobar el efecto del ADN sobre las partículas de la luz (fotones), la ‘sustancia’ cuántica de la que está hecho nuestro mundo. Primero le extrajeron todo el aire a un tubo especialmente diseñado, creando un vacío.

 

Tradicionalmente, el término vacío significa que no hay nada en el recipiente, pero cuando incluso el aire ha sido extraído, los científicos sabían que seguía existiendo algo dentro -fotones-. Usando un equipo especial que podía detectar las partículas, los científicos midieron su ubicación dentro del tubo.

 

Querían ver si las partículas de luz estaban esparcidas por todos lados, pegadas al tubo del vidrio o apiladas al fondo del recipiente. Lo que encontraron primero no fue ninguna sorpresa:  los fotones estaban distribuidos de forma desordenada. En otras palabras, las partículas estaban esparcidas en el interior del recipiente –que es lo que Poponin y sus colegas esperaban.

 

En la parte siguiente del experimento, muestras de ADN humano fueron colocadas en el interior del tubo con los fotones. Ante la presencia del ADN, las partículas de luz hicieron algo que nadie esperaba: en lugar de estar dispersas por todo el tubo, siguieron una pauta distinta ante la presencia de material vivo. El ADN estaba ejerciendo una influencia directa sobre los fotones, haciendo que siguiesen pautas regulares como si estuviesen obedeciendo a una fuerza invisible. Esto es importante, ya que no hay ningún principio de la física convencional que pueda explicar un efecto así. Sin embargo, en un ambiente controlado, se comprobó que el ADN –la sustancia de la que estamos hechos- ¡ejerce un efecto directo sobre la sustancia cuántica de la que nuestro mundo está formado!

 

La siguiente sorpresa se produjo cuando se extrajo el ADN del recipiente. Lógicamente, los científicos esperaban que las partículas de luz regresarían a la pauta desordenada anterior. Sin embargo los científicos presenciaron algo muy distinto: los fotones continuaron ordenados, como si el ADN aún estuviera en el tubo. Poponin comentó que la luz se estaba comportando ‘de forma sorprendente y contra toda lógica’.

 

Después de revisar los instrumentos y comprobar los resultados, Poponin y sus colegas se pusieron a buscar una explicación para lo que acababan de observar. Una vez que se había extraído el ADN del tubo, ¿qué era lo que estaba afectando a las partículas de luz? ¿Seguirían el ADN y los fotones conectados de alguna forma o en cierta dimensión que desconocemos, a pesar de estar físicamente separados?

 

Este experimento es importante por una serie de razones. Quizá la más obvia es que revela una relación directa entre el ADN y la energía de la que está hecho nuestro mundo. Entre las muchas conclusiones que se pueden extraer de esta poderosa demostración, dos son indiscutibles:

1-Existe un tipo de energía que hasta ahora no había sido reconocido.

2-A través de esta forma de energía las células y el ADN influyen sobre la materia.

 

 

Experimento II

Los estudios han demostrado más allá de cualquier duda razonable que la emoción humana ejerce una influencia directa sobre el funcionamiento de las células de nuestro cuerpo. Durante la década de los noventa del siglo pasado los científicos que trabajaban con el ejército de EEUU investigaron si el poder de nuestros sentimientos seguía o no afectando a las células vivas, específicamente el ADN, cuando estas células ya no forman parte del cuerpo.

 

 Los investigadores comenzaron tomando una muestra de tejido de ADN de la boca de un voluntario. Esta muestra fue aislada y llevada a otra habitación del mismo edificio, donde empezaron a investigar un fenómeno que según la ciencia no debería existir. En una cámara especialmente diseñada, el ADN fue medido eléctricamente para ver si respondía a las emociones de la persona de la que provenía, el donante, que estaba en otra habitación a docenas de metros de distancia.

 

Al sujeto se le mostraron una serie de imágenes de vídeo. Diseñado para crear estados genuinos de emoción en el interior de su cuerpo, el material incluía escenas de guerra, imágenes eróticas y comedia.

 

La idea era que el donante experimentase un amplio espectro de emociones reales en un corto espacio de tiempo. Mientras tanto, en otra habitación se estaba midiendo su ADN para evaluar su respuesta.

 

Cuando el donante experimentaba ‘puntos álgidos’ y ‘puntos bajos’ en sus emociones, sus células y ADN registraron una poderosa respuesta eléctrica precisamente en el mismo instante. Aunque una distancia de docenas de metros separaba al donante de las muestras, el ADN actuaba como si aún estuviese conectado al cuerpo.

 

El ejército interrumpió sus experimentos con el donante y su ADN cuando ambos estaban en el mismo edificio, separados tan solo por algunas docenas de metros. Sin embargo, después de estos estudios iniciales, el doctor Backster y su equipo continuaron las investigaciones con distancias aún mayores. Llegó un punto en que había más de 500 Km de distancia entre el donante y sus células.

 

Además, el intervalo de tiempo entre la experiencia del donante y la respuesta de las células se medía por un reloj atómico localizado en Colorado. En cada experimento, el tiempo de respuesta fue cero –el efecto era simultáneo-. Los resultados eran los mismos tanto si las células estaban en la misma habitación del donante como si se situaban a una distancia de cientos de kilómetros de él. Cuando el donante tenía una experiencia emocional, el ADN reaccionaba como si aún estuviese unido de alguna forma al cuerpo del donante.

 

Aunque pueda parecer un poco escalofriante a primera vista, piensa en lo siguiente:

 

si existe un campo cuántico que conecta toda la materia, eso significa que todo debe estar –y seguir- conectado. Como señala el doctor Jeffrey Thompson, un colega de Cleve Backster:

 

“No existe realmente un lugar donde el cuerpo termine, ni tampoco donde comience”.

 

Las implicaciones de este experimento son enormes. Si no podemos separar a la gente de partes de sus cuerpos, ¿quiere esto decir que cuando una persona se somete a un trasplante y recibe un órgano de otro ser humano, estos dos individuos siguen estando conectados el uno con el otro?

 

Para que el donante y el ADN tengan cualquier tipo de conexión, ha de haber algo que los una. El experimento indica cuatro cosas:

 

1-Un tipo de energía anteriormente desconocido existe entre los tejidos vivos

2-Las células y el ADN se comunican a través de este campo de energía

3-La emoción humana tiene una influencia directa sobre el ADN vivo

4-Parece que la distancia es irrelevante en lo que respecta a este efecto

 

 

Experimento III

Aunque el efecto de las emociones humanas sobre la salud de nuestro cuerpo y nuestro sistema inmunológico ha sido aceptado desde hace mucho tiempo en las tradiciones espirituales de todo el mundo, rara vez ha sido documentado de forma que sea útil a la persona corriente.

 

En 1991 se formó una organización llamada Instituto Heart Math con el objetivo específico de explorar el poder que las emociones humanas tienen en nuestro mundo. Heart Math eligió centrar sus investigaciones en el lugar del que parecen emanar las emociones y los sentimientos: en el corazón humano.

 

Los experimentos fueron llevados a cabo entre 1992 y 1995, y comenzaron aislando una muestra de ADN humano en un vaso de precipitado y luego exponiéndolo a una poderosa forma de emoción llamada ‘emoción coherente’. Según los investigadores Glenn Rein y Rollin McCraty, este estado fisiológico puede ser creado intencionalmente mediante el uso de técnicas de control emocional especialmente diseñadas y que consisten en acallar intencionalmente la mente, centrar la atención en la zona del corazón y en emociones positivas.

 

Realizaron una serie de pruebas en las que tomaron parte hasta cinco personas adiestradas en la aplicación de la emoción coherente. Usando técnicas especiales que analizan el ADN tanto química como visualmente los investigadores podían detectar cualquier cambio que se produjera.

 

Los resultados fueron irrefutables y las implicaciones inequívocas.

 

La conclusión final fue la siguiente: ¡Las emociones humanas cambiaban la forma del ADN! Sin tocarlo físicamente y sin hacer nada que no fuera crear determinadas emociones en sus cuerpos, los participantes fueron capaces de afectar a las moléculas de ADN que había en el vaso de precipitado.

 

En el primer experimento, en el que participaba una sola persona, los efectos fueron producidos por una combinación de ‘intención dirigida, amor incondicional y visualización específica de la molécula de ADN’. En palabras de uno de los investigadores:

 

‘Estos experimentos revelaron que distintas intenciones producen efectos diferentes en la molécula de ADN, haciendo que esta se enrolle o se desenrolle’

 

Está claro que las implicaciones van mucho más allá de lo que la teoría científica tradicional considera aceptable.

 

Hemos sido condicionados para creer que el estado del ADN de nuestro cuerpo es algo inmutable. El pensamiento actual considera que es una cantidad fija –al nacer, ‘nos toca lo que nos toca’-, y con la excepción de drogas (medicamentos), sustancias químicas y campos eléctricos, nuestro ADN no cambia en respuesta a nada que podamos hacer en nuestras vidas.

 

Pero este experimento nos muestra que nada podría estar más lejos de la verdad.

 

 

Tecnología interior para cambiar nuestro mundo

 

En el primer experimento, Poponin nos mostró que el ADN humano tiene un efecto directo sobre la vibración de la luz. En el segundo, el experimento militar, aprendimos que por mucho que estemos separados de nuestro ADN, algunos metros hasta cientos de kilómetros, seguimos conectados con sus moléculas, y el efecto es el mismo. En el tercero, los investigadores de Hert Math nos mostraron que las emociones humanas tienen un efecto directo sobre el ADN, el cual afecta a su vez a la sustancia de la que está hecho nuestro mundo.

 

Conclusioes:

1-Hay algo ‘allá fuera’: la matriz de una energía que conecta todo lo que existe en el universo. Este campo conectivo es el responsable de sorprendentes resultados obtenidos por los experimentos.

2-El ADN de nuestros cuerpos nos da acceso a la energía que conecta nuestro universo, y la emoción es la clave para poder hacer uso de esta energía.

 

 

 

La Matriz Divina

Los experimentos muestran que la Matriz está hecha de una forma de energía que es distinta a todas las conocidas. Esta energía llamada “sutil” simplemente no funciona de la misma manera que un campo eléctrico normal. Más bien parece ser una red estrechamente trenzada que constituye el tejido de la creación, un tejido al que yo (Gregg Braden) llamo Matriz Divina.

 

Definición de la Matriz Divina:

1-Es el recipiente dentro del cual existe el universo

2-Es el puente entre nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior

3-Es el espejo que refleja nuestros pensamientos, creencias, emociones y sentimientos cotidianos

 

De ella puede decirse que está en todas partes todo el tiempo; ya está presente. Parece que este campo comenzó al  mismo tiempo que la creación. Parece tener inteligencia, pues responde al poder de la emoción humana.

 

La Matriz Divina – Gregg Braden
 
 
 
 
 

EL ADN RESPONDE A LA CONCIENCIA HUMANA

 

El Dr. Glen Rein, un bioquímico que se graduó en la Universidad de Londres, hizo sorprendentes descubrimientos que revelan cómo el ADN se comporta en respuesta directa a la conciencia humana. Para principiantes, el ADN se des-bobina cuando una célula se va a dividir o cuando ha sido dañada y se rebobina cuando está trabajando para repararse y curarse a sí misma. La cantidad de bobinado o des-bobinado en el ADN puede ser medido directamente viendo qué tal absorbe este la luz de 260 nano-metros. En estos destacables experimentos el Dr. Rein comenzó tomando ADN vivo de una mezcla de placentas humanas, poniéndolo en agua desionizada y almacenando el conjunto de la mezcla en un cubilete. Entonces varias personas intentaron bien bobinar o des-bobinar el ADN usando tan solo el poder de su propio pensamiento en elevada concentración. Las muestras de control en las que nadie trató de hacer algo en ellas cambiaron solo en un 1.1%, pero las muestras tratadas por alguien cambiaron entre el 2 y el 10%. Esto significa que nuestros pensamientos por sí solos tienen, por lo menos, un efecto doble en el bobinado del ADN humano.

Más interesante todavía, los emisores con los patrones de ondas cerebrales más coherentes tenían la capacidad más potente de producir cambios en la estructura del ADN. Y en la otra cara de la moneda, un individuo que estuviera particularmente agitado y tuviera un patrón cerebral muy incoherente producía un desplazamiento anormal en la luz ultravioleta que era absorbida por el ADN. El cambio ocurría en la longitud de onda de 310 nano-metros, que es próxima al valor mágico de Popp de 380 nano-metros, la misma frecuencia que puede causar cáncer cuando es emitida. Una persona furiosa causaba también que el ADN se bobinara más apretado en su bobina. Ambos eran efectos muy inusuales. Según Rein, este cambio en la luz de 310 nano-metros tan solo pudiera significar que se había producido una alteración física/química de la estructura de una o más de las bases de la molécula de ADN. Esto significa que nuestros pensamientos pueden crear cambios físicos y químicos de nuestra molécula de ADN así como bobinarla o des-bobinarla.

Esta es la prueba microbiológica de la conexión entre los pensamientos de enojo y el crecimiento de tejidos cancerosos que habíamos estado esperando, y las implicaciones son tan profundas como para obtener efectos de curación también.

Cuando el ADN se colocaba frente a las personas que generaban coherencia en sus patrones de ondas cerebrales, pero sin tratar de cambiar el ADN, no hubo cambio en el bobinado o des-bobinado de la muestras de ADN. Solamente hubo cambio cuando las personas trataron de cambiarlo*. El Dr. Lew Childre fue capaz de bobinar o des-bobinar el ADN desde una distancia de media milla**. Valerie Sadyrin fue capaz de bobinar el ADN en el laboratorio del Dr. Rein en California desde su casa en Moscú, a miles de millas de distancia, durante un periodo de treinta minutos. Según Rein, la clave de la calidad de esta energía que es capaz de generar coherencia en las ondas del cerebro y afectar al ADN es el amor: “Aunque las técnicas de los diferentes sanadores eran muy variadas, todas ellas parecían requerir un enfoque en el corazón”.

Las implicaciones de esto son tremendas.

 

La Ciencia Oculta de las civilizaciones Desaparecidas – David Wilcock
*enviando pensamientos amorosos o lo contrario
**unos 800 metros