Oración por la Madre Tierra
Dudo que les hayan enseñado bien a orar. Se trata de cien mil monjes budistas orando a la vez por la Tierra; la repetición de mantras creo que no es un método adecuado; no se trata de repetir y repetir como si nuestros Hermanos Mayores fuesen estúpidos y no entienden. Es importante la visualización y el sentimiento.
Para una auténtica oración es importante usar la visualización, una visualización en la que aparezca la Tierra llena de Luz tanto en su exterior, como en su interior, como en su corteza* (su cáscara); por supuesto que se ha de pedir, para que quienes nos pueden ayudar no rompan la Ley de la No Intervención Universal, pero con una vez que lo hagamos cada cierto tiempo basta, pues no le pedimos esto a un tonto que necesita que alguien le recuerde constantemente. La visualización es la clave, pues nuestro pensamiento es creador y si enviamos Luz y Amor, eso nos devolverá el Universo, pero amplificado.
La oración repetida, como una frase repetida, limita y rebaja nuestra condición de Creadores, así seremos como el arma encasquillada; sin embargo nuestra clara visualización enfocada en el bien (la Luz) tiene un inmenso poder al que la materia y el entorno no tienen más remedio que doblegarse transformando el escenario en el que nos desenvolvemos.
La oración repetida nos quita el poder; la visualización con sentimiento nos lo da.
No hemos de caer en las trampas de quienes establecieron las condiciones del juego, pues son las trampas de los seres de la Oscuridad, de los seres del inframundo y de quienes se dejaron atrapar sintonizando con las energías de baja frecuencia.
El Libertario
*la Tierra es hueca y su interior está habitado, así como su corteza en ciudades subterráneas; aquí habitan diferentes razas, alguna de ellas maligna
Orar a Dios implica que Dios y yo somos independientes. Pidiendo a Dios un favor básicamente significa que reconozco la idea (falsa) que yo no soy Dios. Las oraciones eran apropiadas sólo mientras nuestro propio Ser superior estuvo dormido, y las oraciones nos ayudaron a lidiar con el dolor de la separación. Necesitábamos un Dios «por encima de nosotros» para llevar adelante la ilusión de la separación de nuestro origen, a fin de comprender la dualidad. Ahora que está finalizando la dualidad, las oraciones no sólo son inadecuadas; pueden interferir significativamente con nuestro crecimiento y aprendizaje. Cuando oramos estamos pidiendo que algo ocurra, pero no estamos aquí para pedir limosna. El gigante dormido en nosotros está despertando. Permitir que otros Dioses estén delante o por encima de nosotros es contraproducente para nuestro proceso de ascensión en la Unidad del Todo. La negación de nuestra naturaleza Divina se encuentra en la base de violar las leyes de la naturaleza. Este autoengaño arraigado es la sentencia que se conoce como el pecado original. También es la causa de la dualidad. Sin embargo, si no hubiéramos experimentado toda la dualidad no podríamos ser conscientes de nuestro verdadero patrimonio.
Andreas Moritz
Deja de orar, deja de pedir, deja de delegarnos los cambios a nosotros. Tú eres quien crea.
En la oración, en el fondo de ella, hay una negación. Todo ruego a otras esferas supuestamente superiores a la tuya, contiene y conlleva la negación de tu ser creador.
Cuando pides que se arregle un asunto, estás diciendo que tú no eres capaz de cambiarlo, están anulando tu espíritu, tu fuego, tu chispa divina, tu libertad. Al orar, niegas tu poder de crear, niegas tu luz, anulas tu fuerza.
La mayor parte de oraciones, desde el punto de vista energético, que no moralista, muestran una falta de responsabilidad.
Pides a otros seres, no importa el nombre ni el color, que se hagan responsables de tu vida y de tus circunstancias.
Responsabilízate de cada cosa que ocurra en tu vida y busca la manera de crear la circunstancia adecuada. Cada uno somos un pedazo de ese Dios Creador de todas las cosas. Tú no eres distinto; ni inferior. Cada uno es responsable de su vida y de todo lo que crea a su alrededor.
Dirige y enfoca la fuerza divina en ti. Utiliza tu poder ahora. No delegues más a otros tu andar. Incluso si quieres orar por alguien, envíales a ese alguien la fuerza sanadora que pides para él. Entrena tu espíritu, comparte y reparte tu poder de crear, haz que tu chispa viaje hasta el núcleo de las personas que quieres ayudar. Puedes sanar a la humanidad entera; tan solo se trata de emplear tu fuerza, enfocarla y movilizarla.
Palabras de María Magdalena – Marta Povo